martes, 11 de octubre de 2011

Prueba de VIH y mujeres embarazadas: ¿Cuál es la mejor forma de prevenir la transmisión vertical?

Autor: Programa VIH/Sida - UNICEF TACRO



Si una mujer VIH-positiva embarazada no recibe terapias preventivas, su bebé tiene un 30% de probabilidades de infectarse con el virus. Si sigue un tratamiento profiláctico completo y toma las precauciones adecuadas durante el embarazo, el parto y al amamantar, el riesgo se reduce a menos del 2%.

Teniendo en cuenta la efectividad de estos métodos, es esencial que las mujeres sepan cual es su status respecto al VIH para poder garantizar tanto su propia salud como la de su bebé. En Latinoamérica las tasas de transmisión vertical son muy bajas y muchos gobiernos se han propuesto la ambiciosa meta de erradicar el problema por completo. Alcanzar esta meta implica ofrecer prevención primaria a todas las mujeres, reducir el número de embarazos no deseados y garantizar que todas mujeres conozcan cuál es su status serológico. Para las mujeres que quedan en cinta sin saber cuál es su status serológico, el siguiente paso importante en la prevención de la transmisión vertical, es hacerse un examen de VIH.

Hay países que han adoptado una serie de políticas para alcanzar la meta de examinar a toda la población. Algunos, como República Dominicana, exigen que todas las mujeres embarazadas se hagan un examen de VIH. Otros como Panamá, lo ofrecen como uno de los exámenes de rutina dentro del paquete de cuidados prenatales, pero con la posibilidad de no hacérselo. Estas diferentes aproximaciones al problema tienen ventajas y desventajas.

Originalmente, el protocolo internacional para la prueba del VIH recomendaba enfáticamente, que fuera opcional: a las mujeres se les informa que el test está disponible, pero deben firmar un consentimiento antes de aplicarlo. El objetivo de esta política es proteger los derechos de las mujeres, evitar invasiones de su privacidad y asegurarse de que ellas entienden las consecuencias de un posible diagnóstico positivo. Debido a la estigmatización y la discriminación asociadas al VIH/Sida, un examen de VIH es considerado diferente a los exámenes rutinarios de ITS (Infecciones de Transmisión Sexual). La razón por la cual muchos países están abandonando la política del test opcional, es el temor de que los pasos adicionales en el proceso de decisión, contribuyan a disuadir a las mujeres de hacerse el test o a que no se les ofrezca la posibilidad.

La política de examen obligatorio es una forma de evitar ese problema. Las razones para esta estrategia parecen simples: toda mujer que recibe cuidado prenatal conoce su status serológico y –si el tratamiento se puede obtener en su país- su bebé tendrá una alta probabilidad de ser VIH-negativo. Los peligros de esta política de obligatoriedad están relacionados con los derechos humanos. Muchos de los servicios de salud tienen problemas para mantener la confidencialidad. Es decir, si a una mujer se la obliga a hacerse un examen y los resultados se vuelven de dominio público, el examen puede ser una violación de su privacidad. Se teme también que la inclusión de un examen obligatorio en el paquete de cuidados prenatales, prevenga a las mujeres de buscar atención médica durante sus embarazos y les impida, a ellas y a sus bebés, reclamar su derecho a tratamiento. De hecho, ya hay una proporción importante de mujeres que no reciben cuidado prenatal, lo que las pone a ellas y a sus bebes en una situación de riesgo.

Las actuales directrices para los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC), parecen ser una solución: examen rutinario opcional. Bajo esta política, el test está incluido dentro de los cuidados prenatales para todas las mujeres embarazadas, pero la mujer tiene la opción de no tomarlo. Se considera que este esquema evita los problemas asociados a los exámenes opcionales, ya que la mujer debe tomar la iniciativa de rechazarlo. Y al mismo tiempo, los problemas asociados a los exámenes obligatorios, ya que ninguna mujer rechazaría los cuidados prenatales por miedo al examen obligatorio.

A primera vista, puede parecer sorprendente que una mujer embarazada se niegue a hacerse un examen de VIH. Sin embargo, el sentimiento público que rodea la epidemia de VIH/Sida en América Latina está aun cargado de concepciones erróneas y de estigmatización. Para muchas mujeres, este panorama es comprensiblemente amenazante, hasta el punto de que las consecuencias de conocer el propio status parecen peores que los beneficios. Además, dado que la epidemia en gran parte de Latinoamérica parece estar aun concentrada, las personas asocian la infección con poblaciones vulnerables, a menudo caracterizadas por alto riesgo y comportamientos estigmatizados. Las campañas de incidencia y educación que se adelantan en la región, aun no convencen a la población de que el VIH/Sida puede, y de hecho afecta, a cualquiera. Este desconocimiento de las posibilidades de infección, con frecuencia conduce a una negación del riesgo personal.

Independientemente de la política que se adopte con respecto al examen, los problemas de estigmatización y discriminación son reales. Se necesitan nuevas estrategias para enfrentarlos. Si las mujeres sienten pueden continuar con sus vidas y sus trabajos y que serán aceptadas en sus comunidades, aún con un diagnóstico positivo, se eliminaría una importante barrera en contra de que ellas pidan y acepten ser examinadas.

Pero disminuir la estigmatización en contra del VIH/Sida requiere que las personas comprendan mejor la naturaleza de la infección y de la epidemia. Las mujeres mismas deben entender verdaderamente la importancia y las implicaciones del examen. Ellas deben conocer los riesgos de transmitir el VIH a sus hijos e hijas si no reciben tratamiento, y deben saber qué tan exitosos pueden ser los tratamientos. Las estadísticas son lo suficientemente fuertes como para convencerlas.

Idealmente, con suficiente información y con fácil acceso a servicios de salud con personal confiable, el examen universal puede alcanzarse en forma voluntaria. Sin embargo, es importante recordar que aún en el caso de que el 100% de las mujeres embarazadas se hicieran el examen del VIH, este sería solo un paso en el proceso de alcanzar la prevención total de la transmisi®on vertical. Cada mujer necesitaría aún, acceso a las drogas apropiadas, un riguroso cuidado médico para garantizar que se está siguiendo el régimen de antirretrovirales (ARVs), idealmente un parto por cesárea, y de ser posible, opciones seguras para reemplazar el amamantamiento.

Las barreras que impiden alcanzar la prueba universal de las mujeres embarazadas son ciertamente más fáciles de superar que las dificultades asociadas con proveer de por vida, los tratamientos necesarios para un niño VIH-positivo. En la lucha contra la transmisión vertical, el examen no debería ser un impedimento.

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http://especiales.universia.net.co/vih-sida/medica/prueba-de-vih-y-mujeres-embarazadas-cual-es-la-mejor-forma-de-prevenir-la-transmision-vertical.html

Programa VIH/Sida - UNICEF TACRO
vlopez@unicef.org
aberardi@unicef.org

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